Hace ya un tiempo que el hermano pueblo de venezolano enfrenta la más grande conspiración contra la obra de la Revolución Bolivariana. Nuevamente el Imperio amenaza con interponer sus intereses ante el derecho de soberanía de Latinoamérica; se hace eminente la posibilidad de la intervención militar de Estados Unidos en este territorio.
No cabe duda de que los planes opositores responden a los intereses de Washington, que como perros fieles, intentan derrocar al gobierno de Nicolás Maduro. El primer paso es lograr aislar internacionalmente al país, lo que han tratado de hacer utilizando a la OEA. Una vez más Estados Unidos intentan aplicar la estrategia de protección internacional, obligación que se atribuye, para así poder destruir pueblos y gobiernos a su antojo.
De todo esto muy poco o nada transmiten los medios internacionales, mucho menos hacen eco de las acciones desmedidas y violentas que ejecutan a diario los opositores. Ataques que cuentan con financiamiento extranjero materializado en armamentos y otros recursos logísticos. Sin dudas estamos en presencia de violencia de corte fascista, ejecutada por grupos vandálicos a la orden sectores políticos opositores.
La oposición ha dejado claro que hoy cualquier medio es válido para lograr el fin de la Revolución. Por tanto continúan los asesinatos selectivos y los baños de sangre que incluye la agenda planificada por el imperio. La intolerancia y el odio más allá de destruir al Gobierno van dejando una herida irreparable en la población venezolana.
Es deber de cada ser humano digno, denunciar la insostenible situación a la que el fascismo está conduciendo a este país. No se trata de que otros intervengan militarmente para solventar la situación, se trata de que la opinión internacional denuncie y apoye al Gobierno Bolivariano para que pueda ejercer sus funciones y logre llegar a un acuerdo con la oposición.