Muero por la Revolución

El 25 de marzo de 1903 nace en la Habana un Titán: Julio Antonio Mella.

Las aulas de la universidad fueron su primer campo de batalla y si bien desde allí emprendió la vida política, no fue el único terreno donde dejo su impronta. Raúl Roa lo definió como “atleta olímpico de la Revolución.”

En el breve lapso de seis años –entre 1923 y 1929- Mella fue partícipe de hechos sobresalientes en la historia de Cuba como la fundación de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), de la cual fue presidente; la creación de la Liga Antiimperialista de Cuba y el surgimiento del primer Partido marxista-leninista en nuestro país.

Su labor revolucionaria e incesante crítica a los males sociales engendrados por el entreguismo del tirano Gerardo Machado a Estados Unidos y la corrupción administrativa, condicionaron su expulsión de la Universidad de la Habana. Pero estas represalias no lograron acallar su voz, por lo que se ganó el odio del dictador, quien lo mando a apresar bajo la falsa acusación de cometer actos terroristas. En protesta por su arbitraria prisión y como modo de expresar su rebeldía, se declaró en huelga de hambre que se prolongó por 16 días. Este hecho conmovió al país. En el  juicio se le condenó a $200 de multa a diferencia de 180 días de cárcel debido en gran medida a la presión popular.

Unos meses después, Mella es obligado a irse del país rumbo a México, debido a la dura persecución que tenía Machado sobre este. En este país continúa con su quehacer revolucionario, integrándose a diversas organizaciones americanas y mundiales. A pesar de esta multifacético actividad, no olvida a Cuba. Su brillante pluma denuncia, una vez más, los actos criminales del machadato. Su prédica contra el imperialismo y sus lacras, el esclarecimiento de las verdaderas ideas del marxismo ante sus tergiversadores en América y la divulgación sistemática de los éxitos de la URSS, lo convirtieron en un destacado dirigente continental.

A fines de 1928 estableció contacto con el Partido Nacionalista de Cuba y le propuso una acción conjunta contra la dictadura machadista. Por este motivo el 10 de enero de 1929, fue ultimado por matones a sueldo en Ciudad de México.

Si bien murió, vivió en la acción revolucionaria del pueblo que, en 1933, derrocó a Machado, y para siempre cobró vigencia su inmortal pensamiento: “Hasta después de muertos somos útiles”.

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