Por Generación XC

En el marco de la política agresiva norteamericana hacia Cuba desde el triunfo de la Revolución, la guerra económica ha sido una de las armas más usadas con la finalidad de sumir al pueblo cubano en la miseria, el hambre y las necesidades.
Este fenómeno se ha manifestado de diversas formas. Los gobiernos norteamericanos han respaldado acciones encubiertas contra objetivos fundamentales de la economía cubana, varios establecimientos comerciales fueron incendiados, se realizaron sabotajes a vuelos comerciales de Cubana de Aviación y atentados contra hoteles, así como se ha perseguido y presionado a los socios comerciales de la Isla.
Toda acción contra Cuba desde el punto de vista económico, ha sido recogida en diversas leyes que conforman el Bloqueo Económico, Comercial y Financiero. Las diferentes administraciones norteamericanas han insistido en denominarlo “embargo”, pero esto se conoce como la forma judicial de retener bienes para asegurar el cumplimiento de una obligación contraída legítimamente. Puede ser también una medida precautoria de carácter patrimonial autorizada por juez o tribunal o autoridad competente, con igual propósito de cumplir por el deudor sus compromisos con sus acreedores.
Por su parte, el bloqueo es un acto de guerra, que persigue cortar, cerrar, incomunicar con el exterior para lograr la rendición del sitiado por la fuerza o por el hambre. En este sentido, Cuba no ha sido ni es una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos, por lo cual resulta contraria a la ley internacional la pretensión de aplicarle medidas de legítima defensa. Por tanto, este “embargo”, constituye un bloqueo ilegal por parte de los Estados Unidos contra Cuba.
El bloqueo ha sido fundamentado a través de legislaciones y regulaciones como la Ley para la Democracia Cubana (conocida como la Ley Torricelli) y la Ley para la Solidaridad Democrática y la Libertad Cubana (conocida como la Ley Helms – Burton).
La Ley Torricelli está vigente desde octubre de 1992, justo al comienzo del Periodo Especial en Cuba. Con ella el gobierno de Estados Unidos reforzó las medidas económicas contra Cuba y brindó sustento normativo a la extraterritorialidad del bloqueo. Prohibió a compañías subsidiarias norteamericanas en terceros países realizar transacciones con Cuba o nacionales cubanos y la entrada a territorio norteamericano, durante un plazo de 180 días, de los barcos de terceros países que hubieran tocado puertos cubanos, entre otras restricciones.
La Ley Helms – Burton está vigente desde marzo de 1996 y busca desestimular la inversión extranjera e internacionalizar el bloqueo a Cuba. Codificó las disposiciones del bloqueo, limitó las prerrogativas del Presidente para suspender esta política y amplió su alcance extraterritorial. Denegó la entrada a los Estados Unidos a los directivos de empresas extranjeras (y a sus familiares) que invirtieran en propiedades “confiscadas” en Cuba y estableció la posibilidad de presentar demandas en su contra en los tribunales de Estados Unidos.
Todo este entramado de leyes y medidas ha surtido efecto en la población cubana y en la economía del país. La aplicación del Bloqueo ha causado innumerables pérdidas económicas en los sectores de la salud, alimentación, educación, cultura, ciencia, deporte, comercio exterior, inversión extranjera, finanzas, banca, industria azucarera, básica y turística, aeronáutica, transporte, vivienda y energético.
Cuba ha sido obligada a importar bienes y servicios desde terceros países con un costo adicional enorme respecto a los precios en mercados norteamericanos. Además, la industria en general se ve afectada por el difícil acceso a la importación de insumos para la producción y la obtención de créditos por el acoso del gobierno norteamericano a posibles socios comerciales y entidades bancarias internacionales.
El acceso a mercados extranjeros se ve frenado por las leyes del bloqueo que dificultan o enrarecen todo proceso para dar licencias comerciales a cualquiera de los productos cubanos en suelo norteamericano o por las presiones económicas sobre las empresas que negocien con Cuba.
Todo esto ha significado un factor decisivo en la situación económica actual en Cuba. El efecto del Bloqueo se aprecia en cada sector de la sociedad, en cada familia. No obstante, el Estado cubano ha mantenido los gastos sociales que permiten dar continuidad a los logros de la Revolución; ha buscado alternativas para nuevos mercados en Rusia, China, India y América Latina y el Caribe.
Los daños económicos por causa del Bloqueo han sido denunciados periódicamente en las Naciones Unidas desde 1992 y las votaciones realizadas han mostrado una tendencia al apoyo casi unánime respecto a la causa cubana. Esto demuestra el soporte internacional a la Revolución y el efecto aislacionista del Bloqueo contra el Gobierno de Estados Unidos.