La historia de Cuba está marcada por grandes personalidades, quienes con ideas y acciones tejidas en nuestra identidad, se aprecian como el hilo invisible que, al decir de José Martí, une a los hombres con la historia. Hombres como Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena y Antonio Guiteras Holmes fueron símbolos en la etapa revolucionaria de los años veinte y treinta. Sus acciones y pensamiento sirvieron de ejemplo para que otros exponentes de la historia como Fidel Castro dieran continuidad al proceso revolucionario comenzado en 1868 y mantenido hasta la actualidad.
De padre cubano y madre norteamericana, Antonio Guiteras, nació en Pennsylvania, Estados Unidos, el 22 de noviembre de 1906. A Cuba llegó con apenas 7 años de edad y fue en el seno hogareño donde adquirió el sentimiento patriótico, además de una amplia formación cultural e ideológica, lo cual se revela al adentrarse en su personalidad y en sus profundas concepciones independentistas y antimperialistas.
Su actividad revolucionaria tuvo como punto de partida su etapa de estudiante de bachillerato y se acrecentó poco después en la Escuela de Farmacia de la Universidad de la Habana, donde fue electo su representante ante el Directorio Estudiantil Universitario, una de las agrupaciones que combatió a la sangrienta dictadura de Gerardo Machado durante la llamada Revolución de los años 30, convulso período caracterizado por una aguda lucha de clases.
Sostuvo el criterio de que era necesario oponer la violencia revolucionaria a la violencia contrarrevolucionaria y dejándose llevar por ese ideal fue activo organizador y partícipe de acciones conspirativas, levantamientos guerrilleros urbanos como parte de un movimiento insurreccional que produjera la caída del régimen de turno y encaminara al país por un camino independentista.
Al estudiar el pensamiento revolucionario de Antonio Guiteras se puede apreciar que fue, sin lugar a dudas, uno de los grandes dirigentes de la Revolución Cubana. No sólo fue paradigma de un momento crucial en la historia del proceso insurreccional del último siglo en Cuba sino que su ideario político fue caudal de inspiración para otras generaciones de cubanos que más tarde hicieron posible la Revolución que triunfó el primero de enero de 1959.
En ese tiempo ya era un genuino líder de profunda visión política basada en el antimperialismo y orientada hacia el socialismo. Veía a la Revolución no como una utopía o una quimera, sino como un fenómeno social tangible, de verdaderas transformaciones en todos los órdenes y cuyo principal protagonismo correspondía a los desposeídos. Este joven dio sus pensamientos, sentimientos y su vida por la patria, por lo que su ideario político pertenece por entero al patrimonio del movimiento revolucionario cubano.