La calidad de los peloteros y equipos de las Ligas Amateurs, que surgieron y se desarrollaron en estos años a lo largo y ancho de todo el país lograron que, en cada rincón de la Isla, los pobladores, tanto acomodados como humildes, negros o blancos, se sintieran representados por los equipos de la zona. También es necesario destacar la realización de las ligas azucareras con equipos de calidad que abarcaban prácticamente toda la zona rural cubana donde se les daba empleo a los jugadores para que representaran a los distintos centrales azucareros. Destaca el equipo del Central Hersey, varias veces campeón de la Liga Amateur Cubana.
Estos conocidos jugadores conquistan prácticamente todos los campeonatos mundiales amateur de pelota, elevando a niveles astronómicos la pasión nacional por la pelota, pues el pueblo encontraba en estos triunfos deportivos los éxitos y la realización que era imposible encontrar en el proyecto de nación que se impuso después de 1902, y el béisbol aparece como un espacio para revelar todo aquello verdaderamente cubano y que fuera reconocido en todo mundo. Cada victoria, fundamentalmente en el plano internacional, era acogida por los cubanos como una forma de demostrar la valía y capacidad de nuestro país, que se encontraba marcado únicamente por ser el paraíso del juego y la corrupción.
De esta forma, el béisbol se convierte en parte intrínseca de la cultura cubana. En este sentido, cabe destacar como se incorporaron al habla popular vocablos propios de la terminología del baseball, se españolizaron verbos como pichear, quechear, etc., aparecen sustantivos como hitlero, jonronero, entre otros. Frases como Al duro y sin guante, Estar en tres y dos, Esquina caliente, Quieto en base, Foul a las mallas, Se fue en blanco, Se fue del parque, entre otras, son utilizadas por hombres y mujeres en nuestro país desde las primeras décadas del pasado siglo y reflejan el arraigo social y popular de la pelota en el pueblo cubano.
Si se hace alusión a la relación del béisbol con la cultura popular no puede dejar de mencionarse su relación con la música, pues la pelota no era posible imaginarse sin los acordes danzoneros, los tambores ancestrales de la rumba o la conga oriental con sus ensordecedoras cornetas chinas. Tanto el béisbol como la música cubana comparten su papel en las luchas simbólicas contra el colonialismo español como poderosos argumentos del nacionalismo, que reflejaban la autonomía de los cuerpos y desplegaban sensualidad y placer.
De ahí que no fuera extraño encontrar imágenes en los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo, que demostrasen la amistad entre músicos y peloteros. Así mismo, varios jugadores fueron homenajeados con canciones dedicadas a sus fenomenales actuaciones en las ligas beisboleras. Un ejemplo de esto es el chachachá compuesto por la orquesta Aragón para Edmundo Sandy Amorós, por su actuación en un juego de la Serie Mundial de 1955. En cuanto a canciones que hacen referencia al béisbol en esta época podemos encontrar de los más diversos géneros (preferentemente sones, congas, guarachas) que tienen en común el sabroso imaginario de temáticas donde el erotismo, la picaresca y el nacionalismo son protagonistas obligatorios.
Pasando a otra manifestación cultural, es necesario mencionar grandes escritores de la cultura cubana que hicieron referencia al béisbol, entre ellos destacan: Nicolás Guillen, Roberto Fernández Retamar, Emilio García Montiel y Alejo Carpentier, quienes lo incluyen en sus obras como parte importante de lo cubano. Como ejemplo del reflejo del béisbol en la literatura de la época republicana podemos citar su aparición en la conocida y muy cubana obra de Alejo Carpentier ¡Ecue- Yamba- O!, en la que se hace referencia a la liga azucarera de pelota y el béisbol es utilizado por Carpentier para introducir la crisis del modelo político republicano, plagado de corrupción y fraudes.
Otro ejemplo importante es la alusión que se hace en la obra Generales y Doctores de Carlos Loveira que constituye un magnífico retrato de la sociedad cubana tanto colonial como republicana y dentro de sus relatos concede un acápite para narrar lo sucedido en un partido de béisbol, escenario importante dentro de la tradición cubana.