Por: Marcos Torres
¿Quién sabe del camino que lleva hacia el Amor?
Con esta pregunta (que nadie en lo absoluto podrá responder a la primera pensada), me he levantado hoy junto a una mujer de espectáculo que siembra y recoge maripositas de esperanza. Que canta y que llora mis penas como yo las suyas. Y entre el canto y el llanto nos amamos como nunca antes amamos jamás.
Y es que es tan urgente amar en estos tiempos que pretenden asolar nuestra fe en el futuro que se nos hace imprescindible un camino por el que transitar.
Ese camino no es otro que la Felicidad.
Ahora dirán que estoy loco o que la cuarentena me llevó los pistones… Nada similar, pero para rebatirme partirán del criterio egocéntrico que plantea que no hay felicidad sin amor ni amor sin felicidad y pueden tener razón si sólo emplean ese principio. Entonces no tendrán esperanza y se verán amargados.
¿Cuántas veces teniéndolo todo a nuestro alrededor para ser felices (estabilidad, seguridad, techo, comida, trabajo, familia y cuanta otra cosa quiera ser medida para redondear este concepto) lo hemos cambiado por algo más fácil, más caro, más nuevo, más (al final) infeliz?
El problema radica en que la felicidad ES EL CAMINO. Sea feliz y ame, con o sin crisis, con o sin coronavirus, con o sin dinero, con o sin cuarentena. Acepte lo que no puede cambiar y camine, que siempre habrá perros que ladren a su paso y piedras en zapatos y lágrimas que derramar, porque el camino en si es difícil. Pero al transitarlo creces y aprendes a amar lo que tienes, lo que puedes obtener por tus propios esfuerzos, a la mujer o al hombre a tu lado con quién has decidido unirte.
¿Será más difícil ser feliz en estos tiempos? ¿Será más difícil amar?
Yo creo que no.
Yo creo que el mundo hoy nos demanda amar con desenfreno a nuestra pareja, a nuestro prójimo, a nuestra gente, a nuestros pueblos. Sin dejar pedazo o rincón donde amar.
Por eso se aplaude a las nueve de la noche en los balcones y casas cubanas: porque amamos; porque es una manera de espantar la muerte y de alegrar el alma y de ser felices.
Aquellos que ostentan y que no comprenden que amar es siempre dejarse la vida amando a otros no podrán comprender la frase del Ché, donde a riesgo de parecer ridículo amó infinitamente a la humanidad. O aquella otra de Fidel: “Médicos y no bombas”.
Bueno… cuando lo encuentren (el camino) mándenle un mensaje urgente a cuanto odioso, oportunista u oxiuro que conozcan con la dirección de la felicidad y del amor. Y todos a la vez a Donald Trump y su comparsa.